Probablemente el lector piense que sólo un osado puede escribir acerca de alguien con quien no ha convivido y a quien, a lo largo de todo un año, ha encontrado en contadas ocasiones. Pero si se trata de un sacerdote y el que escribe es su obispo, el intento se hace plausible e incluso laudable. Esta relación, objetiva y profunda, me da ánimos para
escribir esta página, aún cuando no se ha cumplido el aniversario de mi estancia al frente de la Diócesis.
De Jesús habla elocuentemente el hecho mismo del homenaje que sus amigos le quieren rendir. Yo querría glosar apenas algunos rasgos, en los que aflora un poco la riqueza de su vida sacerdotal:
Disponible. Parece normal que esta cualidad se dé en la vida de cualquier sacerdote, ordenado para ejercer su ministerio allí donde le sea requerido. Con todo, lo normal no puede darse por descontado, y menos cuando adquiere matices particulares. Es significativo que parte de su labor pastoral se desenvuelva desde hace veinticinco años en parroquias de montaña, y que todavía permanezca afrontando esa tarea con buen ánimo a sus setenta y cinco años, viajando al menos una vez a la semana desde Lugo, donde reside. Obviamente se necesitan disposiciones físicas, pero también espíritu joven, deseos de servir y una visión capaz de descubrir la grandeza de lo que muchos otros considerarían poco importante.
Amante de las propias raíces. Así me lo han contado. Estudioso de las costumbres ancestrales de nuestros pueblos en su riqueza más variada, se
muestra celoso de un saber, de un patrimonio, que indudablemente merece la pena conservar y transmitir a las generaciones venideras. Lo sencillo, lo ya experimentado y hecho vida, las innumerables aportaciones que nuestra cultura popular guarda como pequeños tesoros no deben ser olvidadas. Y esto no sería posible si alguien no pusiere en ello su mente. Presencia en los medios de comunicación. Desde sus primeros años sacerdotales, Jesús ha estado siempre vinculado a los diferentes medios de comunicación y, cómo no, ahora en su columna semanal del blog que le acerca a sus lectores. No he tenido la oportunidad de seguirle realmente. No obstante, no puedo menos de valorar esta presencia en los medios, ese afán de conectar con el mundo de la cultura con actitud dialogante y a la vez enriquecedora, tratando de dejar, cum mica salis, la semilla evangélica al alcance de sus coetáneos. Y, finalmente, Fundador de Auxilia en Lugo. Son ya casi cuarenta años transcurridos con el propósito de valorar, animar, y ayudar a un sector de la población que sólo bajo un aspecto bien concreto y determinado puede calificarse de desfavorecido, al menos en la cultura actual predominante. Trabajo ilusionado, constante, silencioso, realizado en segundo plano, un poco como el alma que da aliento al cuerpo.
Son sólo cuatro trazos. Pero me congratulo de poder dibujarlos, sabiendo que se han hecho vida en un presbítero de nuestra Diócesis de Lugo. Otros amigos más antiguos podrán presentarlos sin duda con mayor colorido, y complementarlos con otros que en su conjunto desvelen mejor lo que un corazón sacerdotal puede guardar. Yo agradezco poder unirme hoy a este homenaje, dando gracias a Dios por la vida y el ministerio de Jesús Mato, con quien, por voluntad del Señor, estoy unido en un mismo presbiterio.